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Claves del abordaje del POT sobre la ruralidad en Bogotá


Alfonso López, director de Ambiente y Ruralidad de la Secretaría de Planeación, extiende un mapa de Bogotá sobre la mesa. El área urbana aparece, minúscula, en la inmensidad de la ruralidad.

“75 % de nuestro territorio es rural”, reconoce y comienza a explicar las propuestas del proyecto de Plan de Ordenamiento Territorial para la ruralidad en la ciudad. Lo reconoce como una propuesta robusta y orientada al desarrollo humano y el mejoramiento de la calidad de vida de las 8.207 personas que, según la Encuesta Multipropósito 2017, viven en la zona rural. 

"Es un capítulo entero sobre nuestros campesinos. Algo nunca antes visto. Bogotá podría ser pionera en América Latina en temas de ordenamiento y planeación pensada para la ruralidad”, afirma Manuel Pérez, experto en la materia y uno de los investigadores de Bogotá Cómo Vamos, que analizó este componente en el proyecto de POT.

Para desarrollar esta propuesta, el Distrito cuenta con una de las bases de información más completas del campo en Bogotá. Cartografías renovadas y datos actualizados de la población campesina han permitido definir áreas de trabajo clave. Incluso, se espera que en los próximos meses, entre en operación una base de información de temas de ruralidad desde la cual, las entidades distritales podrán monitorear la información de ese sector. 

EL TIEMPO conversó con la dirección de Ambiente y Ruralidad de la Secretaría de Planeación y con un experto en el tema para definir los alcances y retos de un POT que por primera vez mira tan detenidamente el campo de Bogotá.

Una gerencia de ruralidad

“Durante el conflicto, el desarrollo rural de Bogotá fue espontáneo y no ordenado. Al menos en la zona sur, las guerrillas mandaban. El punto de quiebre está en el posconflicto y en la posibilidad de tener una relación más abierta con esos territorios”, explica López, de Planeación. Asegura que desde ese momento es posible trabajar en un proyecto de desarrollo rural que permita fortalecer el campo. 

“No queremos que la gente se vaya del territorio, queremos que tenga una opción de vida allí. Por eso, en este POT pasamos de una visión de desarrollo agropecuario a un visión más humana”, afirma. 

Para esto, ya se conformó una gerencia para la Planeación y el Desarrollo Rural, que velará por la conservación de los ecosistemas, la generación de estrategias sostenibles de agroproducción, el mejoramiento de la calidad de vida de la ruralidad y una entidad que comunique el campo con la ciudad. 

“El modelo de desarrollo rural apunta a que tengamos un ente de coordinación, que es la gerencia. Desde allí podremos conversar con las demás entidades sobre la calidad de vida a la ruralidad”, explica López. 

Uno de las banderas de este proyecto de POT tiene que ver los cambios en las formas de cultivar. “Hablamos de una reconversión tecnológica para implementar prácticas agroecológicas”, añade el director.  También se menciona en el proyecto la implementación paulatina de "prácticas de Bioingeniería y construcción sostenible de viviendas e infraestructura". 
Sin embargo, algunos líderes tiene dudas y reservas al respecto. Doris Orozco, presidenta de la junta de accion comunal de la Vereda Curubita, en Usme, asegura que no tienen claro cómo funcionarán estas herramientas y si puedan lograr las mismas ventas con estos métodos. 

Sin embargo, algunos líderes tiene dudas y reservas al respecto. Doris Orozco, presidenta de la junta de accion comunal de la Vereda Curubita, en Usme, asegura que no tienen claro cómo funcionarán estas herramientas y si puedan lograr las mismas ventas con estos métodos. 

Precisamente, Manuel Pérez, docente de la Universidad Javeriana, hace una observación sobre esto: “Uno de lo errores que se están cometiendo es que las comunidades perciben los cambios como imposiciones y no como una oportunidad de participar por la construcción de un modelo de desarrollo”. 

López reconoce que hay mucho por trabajar en este campo. Pero llama la atención sobre un factor: "Aunque es tarea nuestra facilitarles herramientas a los campesinos para que haya reconversión de tecnologías y procesos de conservación. También es tarea de ellos cumplir con ciertas normas para poder mantener su forma de vida y quedarse en su tierra".

Conectar lo rural y lo urbano

Por otra parte, López asegura que “para que los ciudadanos valoren y entiendan la ruralidad, es necesario que puedan llegar”. Por eso, menciona la figura de estructura ambiental y de espacio público, una herramienta que daría vía al desarrollo de obras que conecten la ciudad y el campo. 

Aunque entienden la intención, los expertos ven con preocupación el mecanismo. “Insistimos en que debe haber una determinante ecológica que esté sobre el tema de espacio público. Para proteger el medio ambiente”, comenta Pérez. 

Por el momento, el proyecto de POT postula la conformación de corredores ecológicos rurales y proyectos de turismo de naturaleza.

Frente a este último tema, hay algunas dudas y resistencias. "Parte de la población de la parte alta de Usme rural no está de acuerdo con la implementación del eje de turismo. No hay unas especificaciones en las cuales se respeten los límites puestos por la comunidad. Tampoco es claro en qué nos puede beneficiar. Nuestra intención es proteger nuestros entornos naturales", apunta Doris Orozco.  

Por ahora, la Secretaría de Planeación aclaró que para estos proyectos se harán socializaciones y acuerdos con las comunidades y que, ante todo, se trabajará de la mano de proyectos ya existentes. 

Además, para incentivar a los campesinos, López confirma que este POT tiene contemplado entregar incentivos económicos a los pobladores por hacer “prestación de servicios ambientales”. Es decir, compensar las acciones que emprendan las familias y fincas para proteger ecosistemas.

Reglamentar la frontera urbano - rural 

Quizá una de las deudas mayores deudas históricas con la ruralidad ha sido la contención del crecimiento desbordado de lo urbano que, en sectores como Ciudad Bolívar y Usme, ha terminado por tomar territorios rurales. 

La consolidación de figuras como las Zonas de Reserva Campesina y de las Unidades de Planificación Rural, además de la existencia de cartografías y mapas de centros poblacionales actualizados y precisos, permitirían, según el proyecto, definir los límites entre lo rural y lo urbano y fortalecer normas que beneficien a ambas partes. 

López habla, por ejemplo, de trabajar bajo un sistema de "odenamiento territorial de fincas". Con los predios más grandes y con menos concentración poblacional esperan, por una parte, crear procesos de conservación ecológica. Con los predios de menos hectáreas y mayor concentración de campesinos, se trabajaría en desarrollo social. 

Una zona arqueológica y otras novedades

Hace cinco años, una necrópolis indígena hallada en la hacienda El Carmen, en Usme, fue declarada área arqueológica protegida. El reconocimiento aparece en el POT y, según Pérez, esto respalda la protección de la zona y los proyectos comunitarios de esta: “La Mesa de Patrimonio de Usme ha trabajado por más de 10 años para construir un proyecto pedagógico alrededor del hallazgo. Demarcar y reconocer esta zona podría ser una oportunidad para materializar los proyectos en la hacienda”.

Otros de los puntos destacables, según Bogotá Cómo Vamos, son los planes de protección en las zonas de frontera urbana-rural, la inclusión de mercados campesinos como impulsores de la economía campesina y la inclusión de la figura de Zonas de Reserva Campesina y de las Unidades de Planificación Rural como un área de gestión social para una nueva ruralidad. 

Avances en vías de zonas rurales en Sumapaz

Manuel Pérez, experto en ruralidad, reconoce que “han habido inversiones importantes de pavimentación de las vías. Pero aún queda mucho por trabajar en conexión interveredal”. La Alcaldía de Sumapaz, por ejemplo, ya adelanta su parte del trabajo. 

Más de 26 kilómetros de anillo vial están siendo intervenidos y recuperados por la alcaldía local de Sumapaz en zonas de riesgo de deslizamiento y erosión severa. Así lo manifestó Francy Murcia, alcaldesa de la localidad rural más extensa del Distrito: 

“Estamos haciendo la tarea, aunque las condiciones climatológicas sean extremas”. 
Precisamente, la alcaldía contrató las obras desde procesos de bioingeniería para prevenir fenómenos de remoción en masa, algo bastante común en la zona. Este tipo de construcciones son más económicas, amigables con el medioambiente y permiten que el terreno se recupere naturalmente. El Distrito ya identificó y contrató intervenciones en nueve puntos críticos. Se proyecta que otros 13 lugares sean intervenidos el resto de año.

También se han gestionado recursos para el mejoramiento de varios tramos de la Troncal Bolivariana.

Pérez, desde su experiencia académica y de contacto con las comunidades, arroja una observación: "Es clave pensar en carriles para las bicicletas, para que se dé paso al campesino que se vale de la bici como su principal sistema de transporte". 

https://www.eltiempo.com/bogota/ruralidad-en-el-proyecto-de-pot-de-bogota-360692
 



En los medios
Uno de las banderas de este proyecto de POT tiene que ver los cambios en las formas de cultivar.
El desarrollo social sería el eje de trabajo para la población rural de la ciudad.